Ser consciente de crear una obra es reconocer tu instante creativo
La creación es algo único y que todavía no entendemos del todo, ese «algo» envuelto en un aura de misterio que es capaz de concebir lo que antes no existía. No pienses que estoy hablando del Génesis o de cuando Dios creó el mundo en seis días y el séptimo descansó... No, para nada. El «momento de la creación» es ese instante donde solo con tu lienzo, tu lápiz digital o con un pedazo de barro decides por dónde vas a empezar, qué vas a hacer primero… y sabes que no vas a abandonar hasta llegar donde habías imaginado. Un breve intervalo de tiempo que está íntimamente ligado al concepto artístico y estético de generar algo que antes no existía. Puede ser una sencilla estructura de cualquier tipo, un dibujo, un cuadro, un palacio en un universo virtual o una escultura de 4 metros de altura. Todo es posible en ese lapso donde no hay limitación posible. Los problemas de cómo llevar a cabo nuestra idea, cómo pagarlo o cómo darlo a conocer ya vendrán después; en ese instante creativo, eso no tiene importancia. ¡No te preocupes por esas cosas! ¡En ese instante, no!
La palabra imaginación viene de imagen, lo que explica lo importante que es ver las obras terminadas en nuestra cabeza antes de poderlas realizar. Y de ahí que uno de los ejercicios más interesantes sea preguntarse: ¿cómo ves tú tus obras antes de que existan?, ¿las ves acabadas?, ¿las ves inacabadas pero piensas que durante el proceso todo se resolverá?, ¿o bien... no sabes visionarlas y necesitas otros pasos intermedios? Este tema lo puedes encontrar en el artículo: «Construye tu propio Estudio de Arte Mental (EAM)». También te doy consejos prácticos para iniciar el proceso de imaginar tus obras terminadas –antes de iniciarlas– en el artículo: «Visualización previa de las obras».
Para mí, como artista, crear es hacer. Ser capaz de traer a nuestro mundo físico perceptible por los sentidos, aquello que sólo puedes ver en tu cabeza y llegar a tenerlo en dos o tres dimensiones delante de ti. Es imaginar esculturas con su pátina de bronce, es ver la exposición terminada, disfrutar al ver nacer los dibujos de tu cuaderno de apuntes, dejar que la IA genere una ilustración o visualizar tus cuadros colgados en el salón físico de un cliente o en la pared digital de su casa virtual… Ya sólo queda trabajar y hacer realidad lo que has soñado.
La creatividad aún me sorprende cada día con su gran capacidad y poder para resolver problemas y hallar las soluciones que nos permitirán alcanzar nuestros sueños. En mi caso –que he dedicado mi vida al arte– me he dado cuenta que es un «monstruo» al que hay que alimentar, que no tiene piedad y que tras más de 40 años conviviendo a su lado de manera consciente, continúa aportándome lo esencial para imaginar otro cuadro, crear otra escultura y vibrar cada vez que presento un nuevo proyecto artístico.
Tal vez pienses que sólo podemos potenciar nuestro instinto creativo si hemos nacido con ello, pero nada más lejos de la realidad.
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